La tarde de un Jueves de julio en Madrid tras una reunión de trabajo para un forastero tiene el mismo aliciente que una ensalada de rúcula sin aliño. Viendo que el plan iba a ser zapear en la habitación del hotel entre salvame, la isla de las tentanciones, y el documental de la 2 decidí salir a tomar una copa en algún bareto del centro. Aparco el coche en el parking de las cortes y me doy una vuelta por el barrio, ya comienza a anochecer y la temperatura baja un poco pero no lo suficiente, entro en un bar, pido una caña y me ponen Mahou, ¿En serio? ¿No hay Alhambra en este pueblo?, la camarera se ríe. - Esto es Madrizz, chaval - ¿Y la tapa? por lo menos pondreis tapa - La tapa soy yo. Joder... ¿La camarera me está tirando los tejos? - No lo digas dos veces que te tomo la palabra. Se rió. Se llamaba Lucía, tendría unos 40, MILF en toda regla, morena con unos kilitos de mas, buenas curvas y escote abundante, como a mi me gustan. a mis cuarenta y diez como diría Sabina comulgaría con gusto en el sagrado altar de su entrepierna. Seguimos hablando y tonteando un rato, ella era divorciada y yo estaba lejos de casa, una cosa llevó a la otra y acabamos en mi hotel y no precisamente para ver sálvame. Le confesé que estaba casado pero contaba con la gula papal de mi esposa, me confesó que no era celosa pero que la próxima vez tendría que probarla a ella. Firmado el acuerdo comenzamos a sudar, ella abrió la custodia de sus piernas y yo bebí de su sagrado vino hasta embriagarme. Ya entrada la madrugada entre fuegos de artificio llegó el orgasmo final y abandonó mi habitación a media luz. Hace unas semanas volvimos a Madrid, aparque en cortes y con mi mujer de la mano fui al mismo bar. El camarero era un tipo mayor, gordo, antipático. - ¿Donde está Lucía? - ¿Lucía? Llevo 20 años aquí y nunca hubo ninguna mujer trabajando en este bar. Mi mujer me miró diciendo "te lo has inventado" a lo que solo me salió responder al mas puro estilo Sabina "Parece como si me quisiera gastar el destino una broma macabra"