Yo no soy de playa, pero dadas las circunstancias de estar en una ciudad playera, y dado los horarios de trabajo, decidí acercarme a la playa una tarde cualquiera.
La verdad que tuve suerte en la elección y encontré una playa amplia, tranquila y hermosa, no había mucha concurrencia de personas, todos alejados unos de otros, sin agobios.
Ya era la hora de que la gente empezara a irse para sus casas, sobre las 8 o así, para prepararse para sus salidas nocturnas que es lo normal en vacaciones.
Yo como no iba a ir a ningún sitio, me quede allí tranquilamente a esperar la puesta de sol, relajándome fumando un cigarro. La verdad que no me di cuenta, pero prácticamente me había quedado solo en la playa, alguna pareja distanciada de mi y una mujer. Hasta ahora no me había fijado en ella, la verdad la cabeza la tenia en otras cosas. Pero en ese momento me fijé en ella, una mujer madura, algo más joven que yo, hacía toples, tenía unos pechos no demasiado grandes, pero hermosos, con la gravedad propia de su edad, pero eran muy hermosos. Me dí cuenta de que me estaba mirando, al principio desvié la mirada, pero luego me volví a fijar en ella. Ella no dejaba de mirarme.
Al momento se me acercó, con la escusa de que se había quedado sin fuego y si le podida prestar el mechero para encenderse un cigarro. Por supuesto mujer, aquí tienes. A ella se le notaba que deseaba hablar y mantener una conversación, a mi me picaba la curiosidad de conocerla. Empezamos a charlar amigablemente, aunque ella llevaba las riendas de la conversación, y pronto me di cuenta, de que más que hablar ella quería otra cosa.
No habían pasado ni cinco minutos, cuando ella me sugirió que le diera un masaje en su espalda. Se sentó delante mía, muy cerca, y me pidió que empezara a masajearle los hombros y la espalda, lo cual empecé a hacer suavemente. Ella iba dirigiendo con su voz mis manos, un poco más arriba, baja un poco, ahí más fuerte. Pero a mi me había excitado ella, no lo puedo negar. Acerqué mi boca a su oreja y le susurre:”¿ puedo acariciarte las tetas?”. Ella me respondió: has tardado en preguntarlo. Así que me aproximé un poco más a ella, la rodeé con mis piernas, y empecé a acariciarle sus hermosas tetas, suavemente la fui recorriendo, subiéndoselas, acariciando sus pezones, pellizcándoselos. Cada vez estaba más excitado y ella lo sabía, y creo que el saber que estaba empalmado más le excitaba a ella. Apoyó su espalda contra mi pecho y dejo caer su cabeza hacia atrás, me beso, y con sus manos sobre las mías se recreo en sus tetas. Hasta que cogió con una de sus manos, mi mano y la bajo hasta su coño, primero por fuera del bikini, me susurró, ¿notas como me has puesto de cachonda?, y era cierto, estaba húmedo su coño. Empecé a acariciarlo suavemente, pero no pude aguantar mucho y le aparté el bikini para acariciarlo directamente e introducirle uno de mis dedos en su coño. Ella suspiró y me dijo que siguiera, que no parase. Así estuve acariciándola e introduciéndole mis dedos en su coño hasta que ella con su espalda en mi pecho, me agarró las piernas y susurró: carbón me excitas, me voy a correr. Yo le dije que no se aguantara, que deseaba notar su coño corrido en mis manos. Y digo si se corrió, hizo un squirting en toda regla. Sus espasmos sobre mi pecho eran muy potentes, sus gemidos maravillosos. No quería parar, quería hacerla explotar aún más de placer, pero ella ya no podía más y me agarró la mano y me pidió que parase. Notaba su respiración entrecortada, trataba de tomar aliento. Se le notaba el placer sufrido en su cuerpo. Metió una de sus manos en mi bañador, y noto como mi polla estaba super dura y empezó a masturbarme. Le agradó ver el tamaño de mi polla y que la tuviera depilada, se giró, me miró a la cara y me dijo: Esto no lo puedo desaprovechar. Y empezó a hacerme una mamada allí mismo, menos mal que ya se había ido todo el mundo, a nosotros nos daba igual, pero el espectáculo era “censurable” para otros ojos. Me miró a los ojos mientras se la metía hasta el fondo, saboreándola, babeándola. Me tenía loquísimo, excitadísimo y deseando correrme, pero quería gozar más, no quería que acabara rápido. La paré, le saqué la polla de la boca y la besé. Le dije que la quería penetrar, se tumbó junto a mí, movió su bikini y me pidió que me la follara. Le metí la polla hasta el fondo, notaba sus manos en mi culo marcándome el ritmo, ella gemía de placer y me lo hacía saber, fóllame más cabrón, me gusta, si no pares, me voy a correr. Hasta que se corrió. Yo no tarde mucho más, saqué mi polla de su coño y me corrí sobre su vientre.
Nos quedamos un rato tumbados juntos. Recuperando el aliento. Nos miramos y nos besamos largamente, saboreando nuestras bocas.
Se incorporó y me dijo: me llamo Maria, vengo casi todas las tardes a esta playa, espero que mañana vuelvas y nos volvamos a ver.