Era una extraña tarde de invierno. El sol, aunque timidamente, sus rayos me daban abrigo en este pequeño pueblo de la Costa Blanca. Acababa de la revision de un proyecto y todos volviendo a casa despues de un dia de trabajo, me invadio la necesidad de sentarme en el porche, estrenando la tranquilidad que los propietarios iban a disfrutar. Mirando al mar y con solo el horizonte delante mio, deje volar la mente. Necesitaba recargar energias. La puesta de sol, la humedad marina y su brisa, conseguian que la mente se evadiera, pensando en la nada y en todo.

Me sente en la tumbona, encendi un cigarrillo y mientras exhalaba una bocanada de humo intenso me dije: “lo has conseguido, has conseguido otro éxito salido de tu mente estando en uno de los mejores momentos profesionales…. ¡Disfrutalo!”. De repente, un escalofrio recorrio mi espalda, el cual me lleno de excitación. ¿que es esta sensacion? ¿que la provoca? ¿porque? Y entoces lo entendi. Entendi que mi mente estaba rebosante, pero mi cuerpo…. No.

No conseguia recordar cuando fue la ultima vez que mi espalda fue acariciada, ni la ultima vez de un beso apasionado, ni de como fue la ultima vez que otra persona consiguio hacerme gemir de excitación. Entendi que ese escalofrio que recorrio mi espina dorsal, era un grito de auxilio. No se el tiempo que paso, pero cuando volvi de esos pensamientos errantes, mis manos estaban acariciando mi cuello. Sin darme cuenta, mi cuerpo se habia adueñado de él mismo sin hacer el mas minimo ápice de querer responder a mi mente. Mis manos, como si tuvieran vida propia, empezaron a recorrer mi cuerpo, por encima de mis ropas, acariciando cuello, pecho, muslos…. Alli, en una casa agena, a plena luz de la tarde, y solo con el mar como testigo… me dejé llevar. A pesar de que no era una tarde calurosa, comence a quitarme abrigo, quedandome con las prendas imprescindibles en el caso de que apareciera alguien por el paseo o… los dueños. Mi mente queria que mi cuerpo parase, pero ya era tarde y la lujuria hacia acto de presencia. La excitación del exhibicionismo conseguia que mis manos se adentraran en unas caricias mas profundas, una respiracion agitada y unos pequeños gemidos que anunciaban un orgasmo en ciernes. Y ocurrio… tras un bramido incontrolado, mi sexo esputó su nectar mas preciado, aquel que solo lo ofrece en momentos de pasion que mi cuerpo tanto anhela…

Sin más, y recobrando el control de mi cuerpo, el cual luchaba contra mi mente, deseando obtener mas placer, me volvi a vestir, con una sonrisa picara esperando llegar a casa y meterme en la ducha para… bueno, eso sera para otra ocasión

SussyLS