El punto de vista de Madame
Llevamos unos años probando el naturismo. Al principio era un poco reacia (solía ser mojigata), pero el hecho de que esté a cientos de kilómetros de casa me tranquiliza un poco. La playa a la que solemos ir es bastante familiar. Mi marido me dice todo el tiempo que soy muy guapa y que les gusto mucho a los hombres. He tenido tres hijos y he engordado unos quince kilos desde los tiempos en que estaba "buena". Pero me he dado cuenta de que algunos hombres se sienten atraídos por mí.
Ese día, pasamos junto a un joven con un físico impecable: pectorales, tabletas de chocolate y un miembro bastante imponente. Sin embargo, no pude evitar fijarme en que estaba junto a una joven con un físico atractivo. Nos instalamos un poco más adelante. Disfrutamos del sol y del agua casi tibia.
Un poco más tarde, me doy cuenta de que el apuesto semental se ha posado a unos metros de nosotros, de modo que estamos frente a él...". Mi marido se ha quedado dormido, yo estoy inmersa en la lectura de mi novela, tumbada boca arriba con la cabeza apoyada en mi bolsa de playa, de modo que estoy ligeramente sentada. Miro al apuesto desconocido. Está sentado en una silla de playa. Me doy cuenta de que se está acariciando mientras mira en mi dirección. Miro a mi alrededor y veo que es a mí a quien mira. Siento un calor que invade mi entrepierna. No me atrevo a mirarle francamente, fingiendo estar inmersa en mi lectura. Con valentía, me bajo las gafas de sol y le miro. Tiene una polla muy grande, pocas veces he visto una tan grande, y cada vez me excita más la vista. Abro los muslos para que pueda ver mis partes íntimas, primero un poco, luego más, bajo las piernas y vuelvo a abrirlas.
Es evidente que lo está disfrutando, y se pasa la mano lentamente por el tronco, un gesto que me hace ser aún más consciente de la longitud de su pene. Me excita, pero soy demasiado tímida para seguir jugando, así que abro y cierro las piernas. Y entonces mi marido está a mi lado. Al cabo de unos minutos, me hace un gesto para que me una a él detrás de las dunas. Mi querido se despierta y me vuelvo hacia él, no sin antes ponerme a cuatro patas, asegurándome de mostrarle a mi amante mi trasero, y beso lánguidamente a mi hombre.
Esa noche hicimos el amor y me corrí como nunca antes lo había hecho. Por supuesto, se lo conté a mi marido. Lo cual le gustó mucho. Le gusta hacerme saber que le gusto, pero que soy suya.
El punto de vista del señor
Aquel día no había mucha gente en la playa; a la derecha, una pareja ligeramente separada, como si fueran conocidos. Pasamos junto a ellos sin mirarlos y nos instalamos unos metros más allá. Miro a esta pareja, que no parece serlo, pero es raro, no consigo averiguar si están juntos o no, después de todo... Me tumbo y me quedo dormido, unos instantes después me despierto, la mujer se ha ido y el tipo se ha acercado a nosotros, todo ello manteniendo una distancia aceptable, le veo tumbado de lado, una pierna ligeramente flexionada, lleva en la mano su polla que parece medio flácida, humm el muy canalla se está dando placer, me digo que tiene razón, mi morena es especialmente guapa con sus grandes pechos y sus caderas bien definidas. Mi mujer se me acerca y me dice que el tío se está acariciando, le pregunto si le ha gustado, suelta una risita y me besa.
Esa noche, le recordé el momento que nos había excitado e hicimos el amor.
Al día siguiente, volvimos a esa playa, por el mismo lado. El tipo estaba allí con otra mujer, estaban separados, mi novia me confirmó que era el del día anterior, un tipo completamente bronceado y con aspecto deportivo. Ahora me doy cuenta de que no me lo había contado todo, esa chica tan traviesa.